Industrias necesitan cambiar en la matriz energética urgentemente para que fenómenos extremos no sean cada vez más comunes
El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambios Climáticos (IPCC), divulgado el día 28 de febrero de 2022, trae una alerta seria: la salud, la vida y los medios de subsistencia de las personas, así como la propiedad y la infraestructura crítica, incluyendo sistemas de energía y transporte, están siendo cada vez más adversamente afectados por riesgos causadas por fenómenos extremos como olas de calor, tempestades violentas, secas e inundaciones. La mayoría de esos fenómenos está conectada a la acción del hombre y la emisión de gases de efecto invernadero (GEE). El IPCC es el grupo de científicos establecido por la Organización de las Naciones Unidas para monitorear y asesorar toda la ciencia global relacionada a los cambios climáticos.
Brasil ya sufre los efectos, como mostraron las lluvias violentas que causaron muertes y destruición en Bahia, Minas Gerais, São Paulo y en Petrópolis, en Rio de Janeiro, recientemente. La seca que afectó Paraná y perjudicó el plantel de granos en más de un 40%, según levantamiento de los técnicos del Departamento de Economía Rural (Deral) de la Secretaria de Estado de la Agricultura y del Abastecimiento, es un otro ejemplo.
Sociedad, empresas y gobiernos necesitan unirse y buscar soluciones para sustituir urgentemente el uso de combustibles fósiles – petróleo, gas natural y carbón mineral – , los mayores emisores de GEE, para generación de energía y transporte. Las energías renovables y limpias deben ser prioridad, principalmente en el caso de las industrias, ya que ellas traen una serie de beneficios como la reducción en la concentración de GEE, que “tapan” la atmósfera como una manta, elevando las temperaturas.
La biomasa surge, en este contexto, como una opción altamente viable para sustituir los combustibles fósiles, principalmente para acerías, industrias, granjas o propiedades rurales. Biomasa es toda materia orgánica, que puede ser utilizada en la producción de energía. La astilla de eucalipto, por ejemplo, es un tipo de biomasa que agrede menos el ambiente, ya que es producto derivado de maderas de reforestación no utilizadas por las industrias de muebles, construcción civil, envases y celulosa, entre otras.
El uso de la astilla de eucalipto es recomendado por ser sustentable, ya que el árbol – en forestas plantadas – secuestra dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera durante todo su ciclo de vida, de siete años. Según un estudio realizado por el curso de Ingeniería Forestal del Instituto de Ciencias Agrarias (ICA) de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), las forestas de eucalipto plantadas en las regiones de los valles de Jequitinhonha y de São Francisco, que abastecen el mercado maderero nacional e internacional, son responsables por secuestrar 187 toneladas de CO2, causando un impacto positivo en el ambiente ya que el gas es uno de los causadores del efecto invernadero. Ese ciclo neutraliza los efectos de la quema.
En Paraná Wood Indústria Madeireira (PWIM), toda madera no adecuada para uso de envases, palés y madera seca es triturada para formar las astillas. Restos de los troncos, como aserrín, cáscaras, ramos y hojas son utilizadas en lo que la empresa denomina solo de biomasa, pero que otras llaman de briquetas, cuando prensados. Tanto la astilla como la biomasa de PWIM son excelentes opciones de energía, por el alto poder calorífico y bajo costo. La maderera produce, en media, 6 mil toneladas/mes de astilla y biomasa.Según el gerente de PWIM, Douglas Mendes, entre los clientes de la empresa están diversas industrias de la región de Londrina – como Café Iguaçu, Incopa, Império da Energia, Cocamar y Grano Sul, entre otras – que buscan sustentabilidad y bajo costo en sus procesos. “El uso de la astilla como combustible de calderas torna las empresas más competitivas, porque reduce los costos con energía eléctrica, que están altísimos. Además de eso, la emisión de CO2 durante el proceso de fabricación también cae, lo que mejora el posicionamiento de la marca junto a los consumidores que valoran acciones de menor impacto ambiental”, explica. Y eso no es un fenómeno local. Grandes marcas nacionales como Malwee y el Grupo Heineken hicieron la migración de matriz energética de sus fábricas para biomasa hace años. “Cuando usted pone en la punta del lápiz, ve que es lo mejor para la empresa. Y todavía así, hace su parte al combatir los cambios climáticos”, afirma Mendes.