Sello reconoce la producción responsable de productos forestales, permitiendo que los consumidores y las empresas tomen decisiones conscientes de compra, beneficiando a las personas y al ambiente, así como agregando valor a los negocios
Todo árbol que sale de los cerca de 1,5 mil hectáreas de forestas de eucalipto del Grupo Paraná Wood (GPW) tiene certificación FSC. Eso significa que la madera producida por Paraná Wood Industria Maderera es ambientalmente adecuada, que protege y conserva áreas de protección como matas nativas, recursos hídricos y la biodiversidad; socialmente benéfica, que respeta los derechos de los trabajadores, de la comunidad local y de los pueblos indígenas de la región; y económicamente viable. El GPW conquistó el sello FSC hace cerca de cinco años, y, desde entonces, todo año hace auditorías para perfeccionarse cada vez más en el trabajo. Además de eso, busca incentivar a productores de la región de São Jerônimo da Serra, al norte de Paraná, a hacer lo mismo con sus forestas.
Pero, ¿por qué la certificación es tan importante? El FSC (Forest Stewardship Council) es una organización internacional independiente, sin fines lucrativos, creada para promocionar el manejo forestal responsable alrededor del mundo. A través de su sistema de certificación, el sello FSC reconoce la producción responsable de productos forestales, permitiendo que los consumidores y las empresas tomen decisiones conscientes de compra, beneficiando a las personas y al ambiente, así como agregando valor a los negocios. Es una respuesta a la creciente deforestación ilegal, en nivel mundial. Para los productores de árboles brasileños, es aún más importante. Principalmente para aquellos que quieren exportar o vender para empresas exportadoras de productos de madera.
Según la directora ejecutiva de FSC Brasil, Daniela Vilela, aunque la certificación aún no sea obligatoria para la exportación, en el sentido de constar en ley, ella es un prerrequisito. “Principalmente por toda la repercusión internacional que Brasil tiene, allá en el extranjero, con relación a la deforestación. Por ello, la mayoría de los compradores colocan sí a la certificación como exigencia, para que la madera llegue allá con los puntos verificados y legal”, afirma.
Pero, según Daniela, los beneficios de la certificación no están limitados a quien quiere exportar. El sello FSC trae varios, siendo que el primero es que sirve de estímulo e incentivo para que los productores adopten siempre las mejores prácticas. “Ese primer sesgo es de mirar económico, para producción, en la eficiencia para mejorar la productividad. Estimula que el productor conozca la propia foresta, cuánto él podrá producir, como él puede extraer el máximo de beneficios que esa foresta pueda promocionar aliando ahí lo que la foresta realmente puede ofertar, encontrando un equilibrio entre las dos cosas. Y las mejores prácticas de conservación del suelo, de los recursos hídricos y el equilibrio con la biodiversidad”, dice.
Un segundo punto benéfico es el atendimiento legal, dice la directora ejecutiva. “Aquí, en Brasil, tenemos legislación muy robusta y que, muchas veces, el productor no está familiarizado y puede acabar siendo penalizado por ese desconocimiento, recibiendo multas, por ejemplo. La certificación tiene como base la legislación. Con el certificado, el productor necesita estar cumpliendo la legislación. Muy raramente va a ser agarrado por alguna infracción de las legislaciones ambiental y laboral, por estar anticipándose y adecuando las cosas que necesita adecuar”, explica. Además de eso, según ella, la certificación también ayuda en la propia organización del productor. “Una vez que hay una cierta burocracia para obtenerla, eso también auxilia a organizarse, a tener documentación lista, las informaciones en manos, a conocer lo que él tiene en la foresta, saber cuál es el negocio de él, el qué promociona mejoría de la gestión”, afirma.
Y, según Daniela Vilela, la certificación acaba abriendo oportunidades de mercado que, por veces, el productor no tiene. “Él hasta va a tener algún mercado para madera que no es certificada, pero existen diversas empresas que van a solicitar esa certificación, como una garantía, como forma de evitar alguna ilegalidad, de falta de respeto a los derechos laborales, deforestación ilegal, en fin cualquier tipo de falta de respeto a las leyes y condiciones sociales y ambientes”, evalúa. De acuerdo a ella, aún no existe un precio premio por la madera certificada. “Algunas veces acontece. No es lo usual, pero hay empresas que dan bonificación en el precio de la madera certificada. Sin embargo, eso va mucho de la relación comercial entre proveedor y comprador. Pero apertura de mercado es, sí, un beneficio de la certificación como un todo”, afirma.